Este tema es, sin duda, uno de los tabúes que todavía perduran en nuestra sociedad ya que a la mayoría de personas, les cuesta creer que un niño puede llegar a tener ese trastorno. Sin embargo, y aunque resulte sorprendente, afecta a más niños de lo que nos pensamos.
¿Qué es la depresión infantil y cómo puedo saber yo si mi hijo la sufre?
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La depresión es un trastorno del estado de ánimo que en niños pocas veces llega a ser diagnosticado aunque su prevalencia, o número de afectados, es similar a la de los adultos. Según los expertos, si tu hijo o alumno presenta síntomas como estado de ánimo triste, expresa malestar por medio de molestias somáticas (dolores de cabeza, dolores de tripa, etc.) y le notas una expresión facial triste o te mira poco a los ojos desde hace más de dos semanas, puedes estar delante de un caso de depresión infantil. Son niños que pueden presentar un ánimo irritable y eso se ve en forma de rabietas o berrinches, tanto con sus iguales como con mayores. Curioso ¿verdad? Este último síntoma puede despistar a los mayores que convivan con él ya que la irritabilidad no es un aspecto de la patología que tengamos asociado a la depresión. A medida que vayan creciendo, los síntomas que presenten se irán pareciendo cada vez más a los de los adultos.
En este tipo de niños también se observa algunos de estos síntomas:
- Apatía o pérdida de interés, lo que implicaría incapacidad para disfrutar con el juego o con las actividades escolares.
- Los cuentos que narra o representaciones que hace tienen un final triste.
- Abulia o falta de energía, porque no quiere jugar con otros niños, rechaza ir al colegio, en casa se le ve desanimado, no habla, etc.
- Pérdida de confianza, autoestima baja, sentimientos de culpa y en adolescentes a veces ideas o intentos autodestructivos, como realizar acciones en las que corre riesgos de salud.
- Problemas de conducta o deseos de escapar de casa.
- Descenso de su rendimiento académico y problemas de atención y concentración.
- Actividad psicomotriz agitada (hiperactiva) o inhibida.
- Alteraciones en el sueño, por exceso o por defecto.
- Problemas con la comida, bien porque come muy poco, bien porque se alimenta demasiado.
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¿Qué puedo hacer si observo que mi hijo muestra varios de estos síntomas?
Son numerosos los aspectos que en casa puedes trabajar con tu hijo si crees que tiene síntomas depresivos. Por ejemplo:
- Muéstrale un cariño incondicional y dile hasta la saciedad cuánto lo quieres.
- Aplica con él técnicas de relajación que le ayuden a estar tranquilo y relajado.
- Respeta sus preferencias e intereses, evitando ser rígido y autoritario o permisivo ya que en ambos tipos se desatienden los sentimientos del pequeño.
- Consigue que el ambiente familiar favorezca su expresión emocional, a fin de que tu niño se sienta con libertad para expresarse. Para ello, será importante que, como madre/padre, hables con él de sus propios sentimientos y preguntarle cómo se siente él.
- Cada vez que hable mal de él mismo (“no hago nada bien”), pregúntale porqué opina así y anímalo para que suba su autoestima y aprenda a quererse un poco más.
- Dedícale un tiempo extra de atención y juega con él siempre que puedas; un ratito de, al menos, 30 min. todos los días.
- Establece rutinas en el hogar para las comidas, la higiene, las tareas escolares y el tiempo de ocio. El orden y el saber qué debe hacer en cada momento le ayudarán a coger confianza y a no sentirse tan inseguro en el entorno. Una buena rutina será también leerle todas los noches un cuento cuando se haya metido en su cama para dormir cuentos que, por ejemplo, podrán hablarle del reconocimiento y la gestión de emociones.
- También es bueno que le facilites jugar con otros niños y que fomentes sus relaciones sociales con grupos de su misma edad.
- El ejercicio físico será también de gran ayuda aunque evitando que pueda estresarse por un exceso de actividades extraescolares ya que eso aumentaría sus síntomas depresivos.
Si a pesar de seguir estar pautas el pequeño sigue con síntomas depresivos, deberás derivarlo a un psicólogo infantil que certifique el diagnóstico (o no) y que te dé pautas más específicas que te ayuden a cómo tratarlo y para que él mismo reciba un tratamiento terapéutico individualizado en función de su situación. Tal intervención deberá incluir todo el entorno del niño, incluyendo familia, amigos y escuela.
Espero que la lectura de este post te haya resultado útil y, ante cualquier duda, no dudes en escribirme. Nos vemos en el próximo post.
Maite Cobo
Psicóloga Infantojuvenil y Orientadora Educativa
www.maitecobo.es
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