“El sitio de la danza está en las casas, en las calles, en la vida” (Maurice Béjart, bailarín y coreógrafo)
La tradicional imagen de los
niños jugando al fútbol y las niñas practicando ballet sigue presente en la sociedad, si bien en menor medida que antes. Este estereotipo provoca que muchos niños no practiquen danza por
miedo al rechazo. La
escasa popularidad que recibe el baile entre los niños provoca que éstos no muestren deseo de practicarla.
Sin embargo, en los casos de niños que tienen conocimiento de su existencia, y tal y como expone
Maite Cobo, psicóloga infantojuvenil y orientadora educativa,
iniciarán el camino de la danza si se cumplen diversos factores:
- Que comiencen a una temprana edad, cuando todavía los estereotipos no han hecho demasiada mella en ellos.
- Que haya una sensibilización familiar libre de prejuicios, que permita que el niño valore y aprecie la danza.
- Que el menor tenga confianza en sí mismo, a fin de que no le afecte lo que puedan decir los demás de él.
El peso de los estereotipos

Una idea que comparte
Quino Ferrer, licenciado en Trabajo Social y Sociología, quien asegura que, además de por la
tendencia biológica de los niños hacia la lucha,
los pequeños se decantan por el fútbol porque éste lo invade todo. “Los éxitos de los futbolistas se consideran en la sociedad como lo mejor que te puede pasar en la vida”, subraya el sociólogo.
Junto a ello, también es importante destacar que los
estereotipos y prejuicios asociados a este tema
varían en función de la cultura y la comunidad. Según
Maite Cobo, también orientadora educativa, en todo el país existe cierto prejuicio en este tema, aunque el nivel de rechazo por los niños que practican danza es distinto en cada territorio, debido a la propia idiosincrasia cultural de la zona.
Por ejemplo, en ciudades como Barcelona o Madrid la evolución se ve más claramente, ya que son
grandes ciudades que albergan a una
población más cosmopolita y diversa, explica la psicóloga
Maite Cobo.
Como ambos especialistas opinan, la sociedad en su conjunto está cambiando y
este estereotipo está siendo superado gracias a la herramienta más importante que tiene la sociedad: la
educación.
Según el sociólogo
Quino Ferrer, los educadores y todo el personal que trabaja con niños ya está viendo la
importancia del baile, ahora falta que estos mensajes lleguen a los padres a nivel de masas. “Como todo
avance social, siempre debemos empezar por nosotros mismos, por nuestras casas”, apunta el sociólogo.
La influencia de los padres
El primer
espejo en el que se miran los niños es el de sus
padres, por lo que su opinión afecta de manera directa en su
comportamiento. Como explica
Imma Abad, especialista en psicología infantil, los padres tienen una
gran influencia en los primeros años de sus hijos, hasta el punto que, en gran medida, se acaban comportando como ellos esperan. Es decir,
de ellos copian comportamientos y actitudes.
En muchas ocasiones son los propios padres los que educan a su hijo para que juegue a deportes considerados por ellos como “masculinos”, y
rechazan la propuesta de la danza. Como consecuencia, y según la psicóloga
Imma Abad, si lo que a los niños les gustaría hacer entra en
contradicción con lo que saben que sus padres esperan de ellos, se produce un
desajuste emocional y dejarán de hacer aquello que quieren hacer. Por lo tanto, si los padres sólo le muestran una realidad, el niño no podrá descubrir qué le gusta y qué no.
Además, la psicóloga infantil
Imma Abad, añade que
los padres son responsables de educar a los hijos en todas las esferas, también en la emocional, social y artística. Por lo tanto, si se quiere que los hijos puedan desarrollar todo su potencial y averiguar su talento es muy importante
no transmitirles prejuicios que limiten su desarrollo.
Confianza en uno mismo
Por lo tanto, y como consecuencia de la influencia de la familia en el comportamiento de los niños, la psicóloga
Imma Abad certifica que si los padres consideran
la danza como algo exclusivo de niñas, estarán impidiendo, no sólo que los niños desarrollen su potencial, sino fomentando una
autoimagen de sí mismos negativa en aquellos casos en los que desearían poder practicar danza.

Idea que comparte la psicóloga especialista en educación e intervención familiar
Sara Martínez, quien destaca que la clave reside en que
los niños crezcan en un ambiente familiar de aceptación y respeto,
libre de prejuicios,
expectativas y, por supuesto,
imposiciones, donde se sientan amados por ser quienes son. Según la psicóloga, “si un niño es educado en estas condiciones nunca sentirá miedo al rechazo, porque no necesitará que lo acepte todo el mundo”.
A pesar de los cambios que se han ido produciendo en la sociedad, la psicóloga
Imma Abad considera que hay que seguir avanzando y que es
importante que desde la familia se fomente que los
niños se respeten a sí mismo y sean capaces de hacer aquello que les gusta, así como que respeten las decisiones de los otros.