lunes, 27 de enero de 2014

Los niños y la diferencia de sexos en la primera infancia, ¿cómo hemos de actuar los padres?

Hace ya algunos días, una amiga de la infancia con la que me reencontré no hace mucho, me planteó esta pregunta al encontrarse en esta tesitura con su hijo de 3 años. Mi amiga se encuentra en esta situación “comprometida” en relación a su hijo porque la sexualidad infantil existe y se desarrolla fundamentalmente a través de la curiosidad y el juego, por medio del cual se exploran e imitan aquello que ven. Ante estas situaciones, será importante no interpretar las expresiones infantiles de sexualidad desde nuestra experiencia de adultos y atribuirles significados que no tienen ya que, en la mayoría de ocasiones, lo único que estarán haciendo es actuar de manera inofensiva, por ejemplo, cuando los encontremos tocándose el pene o la vulva entre ellos. Nombrar y mostrar la sexuación del cuerpo humano es un modo de vivir el tema con total normalidad.

johnnyvintage by Flickr

Cuando suceden episodios de este tipo, los mayores hemos de vivirlos con tranquilidad a fin de no hacer sentir culpables a los niños que lo están experimentando. Manteneros abiertos a posibles preguntas y respondedles con claridad, sin historias de semillitas o de cigüeñas que van a París, aunque con un lenguaje que esté a su altura, dejándoles la puerta abierta para que sigan preguntando siempre que lo deseen.

Durante la primera infancia, aprenden que en el mundo hay niñas y niños y se distinguen entre ellos por la apariencia externa (pelo corto o largo, uso de pendientes, etc.) y actividades que realizan (jugar a fútbol, a cocinitas, etc.), pero aún no saben lo que es el sexo. Será entre los 3 y 4 años cuando descubran que las personas de uno y otro sexo tienen cuerpos diferentes. Cada criatura va construyendo qué significa ser niño o niña a través de la observación y de los mensajes que recibe sobre qué es propio o impropio para cada sexo. Ayudarles a entender que tener un cuerpo sexuado es lo que les lleva a ser niños y niñas pero que ambos sexos son igualmente valiosos; no por tener pene, los niños van a ser más importantes ni superiores que las niñas o viceversa.

Y ¿cómo podemos ayudarles en este proceso de aprendizaje? Los mayores deberemos dejar a los niños que puedan hacer 3 tareas:

Vivian Chen by Flickr
UNO Autoexplorarse: los niños necesitan tocarse y mirarse para reconocer y comprender su cuerpo. No debemos prohibírselo (incluso la autoexploración de sus genitales) aunque tampoco estimularlo. Dejemos que sigan su ritmo, es un proceso natural y único en cada criatura. Cuando verbalicen lo que hacen, explicadles que lo que sienten es normal y que se trata de una práctica íntima que las personas no hacen en público.

DOS Tocar y sentir: el primer "ojo" de una criatura es su piel. Por eso, las caricias y el contacto físico les permitirá conocerse y sentir lo que les rodea.

TRES Nombrar: también necesitan tener palabras para nombrar todas las partes de su cuerpo para así reconocerlo, aceptarlo y valorarlo. Cuando ya tienen 3 ó 4 años y sientan curiosidad por los genitales, podréis dibujar el cuerpo humano y señalar el pene y la vulva y después hablar sobre ello. Todas éstas son prácticas que os ayudarán a profundizar en sus percepciones de la diferencia sexual.

Cabe señalar, además, la aparición de JUEGOS AMOROSOS en edades tempranas. Con 2 ó 3 años, en ocasiones besan y acarician a algún amigo o amiga que consideran “especial”. A veces, buscan espacios de soledad para vivir esta experiencia con intimidad; por ejemplo, se encierran en una casita o se ponen debajo de una mesa camilla. A esa edad, los “descubrimientos sexuales” tienen la misma carga que cualquier otro juego. No es perjudicial para ellos que se toquen y se miren de la manera que lo hacen porque en ella no hay connotación negativa. Aunque sus prácticas suelen ser muy inocentes, es común que terminen haciéndolas a escondidas; no tanto para preservar su intimidad, sino para no hacer “enfadar” a las personas adultas. Esa diferencia de matiz se nota por sus risas, por no querer contar lo que estaban haciendo y porque son prácticas que destierran de sus juegos simbólicos cuando hay adultos acompañándoles.

No deseo extenderme más, sin embargo, si queréis profundizar más en este tema, podéis dirigiros directamente al documento en el que me he basado para la redacción del artículo y que encontraréis sin problemas en la red (AA.VV. (2003). La educación sexual de la primera infancia. Guía para madres, padres y profesorado de Educación Infantil. Ministerio de Educación, Cultura y Deportes). En el capítulo 9 de este documento encontraréis una sección de preguntas y respuestas muy interesante. Allí recibiréis respuestas a preguntas como: ¿puede papá ser mi novio? ¿pueden dos mujeres ser novias? ¿cómo era yo cuando estaba en la barriguita de mamá? ¿se puede tener un bebé sin estar casado? Y, cómo no, la clásica ¿de dónde vienen los niños? El último de los capítulos, incluso, da un breve asesoramiento para prevenir posibles abusos en menores.

Como podéis comprobar, el tema da para hablar largo y tendido, sin embargo, si pudiera resumirlo en tan sólo una frase, os diría que gestionéis el tema como si estuvierais dándole explicaciones sobre el tipo de frutas que se toman en verano o cómo se puede combinar la ropa según colores, es decir, con total espontaneidad y sin tapujos.


Espero haberos sido de ayuda y también espero que me enviéis vuestros comentarios.
¡Nos vemos en el próximo post!

Maite Cobo
Psicóloga Infantojuvenil



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